Bioreprogramación

¿Cómo superar el sentimiento de culpa?

Luz Dary Parra H. - Psicóloga creadora de La Bioreprogramación®
Luz Dary Parra H. - Psicóloga creadora de La Bioreprogramación®

Hay sentimientos que nos invalidan y muchas veces no nos permiten avanzar, uno de ellos es la culpa que puede surgir de circunstancias internas o externas, pero que de no saberla superar nos puede llevar a lugares muy oscuros. En esta guía te explicamos cómo superar el sentimiento de culpa.

La constante interacción con el entorno puede despertarnos sentimientos como la culpa. Una emoción que quizá esté arraigada en nosotros desde nuestra infancia y que en muchas ocasiones nos permite identificar que algo no anda del todo bien. 

La mayoría de nosotros en algún momento de nuestra existencia hemos sentido culpa, para lograr profundizar, analizar los distintos escenarios y comprender cómo superarla, apoyados en la Bioreprogramacion®, quiero que hagamos un recorrido completo que nos permita aprender y reflexionar.

Por lo que veremos:

  • ¿Qué es la culpa?
  • Momentos de la culpa
  • La culpa y la manipulación 
  • ¿Es mala la culpa?
  • El papel de la Bioreprogramación®

¿Qué es la culpa?

Para que comencemos por la parte más básica podemos decir que la culpa es un estado emocional poco agradable que se hace presente cuando nuestras acciones entran en conflicto con nuestros valores. 

Actuar en contra de nuestros principios sea porque crecimos con ellos o porque son “reglas sociales” que aplicamos como propias, nos lleva a cargar con una maleta muy pesada que puede tener consecuencias muy fuertes. 

Enfrentarse a la culpa muchas veces puede ser un camino muy solitario en el que nos señalamos, juzgamos y reprochamos. En este punto es necesario aclarar si la culpa que nos atormenta proviene de algo que es real o si está en nuestra mente. 

Momentos de la culpa

Para llegar al punto de la culpa hay diferentes escenarios que intervienen y que de cierta manera van allanando el camino para que nuestro interior experimente este estado emocional.

Lo primero es la acción, que como ya lo dijimos esta puede ser real o imaginaria. Posterior a esto aparece la percepción negativa  que tenemos de ese acto; que es como un llamado de la conciencia.

Para comprenderlo mejor veamos un ejemplo. Un padre que siempre está con sus hijos, una noche decide salir a practicar su deporte favorito con sus amigos y mientras está con ellos no logra disfrutar y concentrarse en el espacio al sentir que no está con su familia.

A partir de lo anterior la emoción negativa aparece, con ella llega el juzgamiento, el reproche, el autosabotaje y los remordimientos que se traducen en culpa. Es aquí donde comprendemos que todo está marcado por la subjetividad y por cómo valoramos la situación. 

La culpa como herramienta de manipulación

Ya hemos dicho que la culpa nos hace sentir que actuamos en contra de lo que somos o de nuestros valores, pero en muchas ocasiones son los demás quienes nos llevan a sentir eso.

Es por esto que se dice que la culpa puede ser usada como una herramienta  de manipulación, debido a que nuestros actos vistos o analizados desde la subjetividad del otro nos instauran la culpa. 

Para verlo a través de un ejemplo, tenemos a una pareja en la que uno de los dos siempre recalca que todo le sale mal o no fluye debido a la actitud del otro, aun cuando este siempre está apoyando o acompañando. 

El punto delicado de todo esto es que muchas veces terminamos actuando con el fin de complacer al otro, no perder su cariño o apoyo, llegando incluso a vivir casos de dependencia emocional.

Entonces ¿es mala la culpa?

Dejar que nuestra vida se mida por extremos nos aleja del equilibrio idóneo que buscamos en el proceso de evolución y crecimiento. Por tanto, aducir que toda culpa siempre es mala nos llevaría del otro lado de la balanza.

La culpa también nos ayuda a comprender que hay acciones que pueden afectar a los demás y al sentirla nos permite ser empáticos y no ser recurrentes al vulnerar a otros.

Por supuesto que es muy importante tomar los aprendizajes para no hacerlo de nuevo, porque de lo contrario el sentimiento de culpa puede ser mayor. 

Este escenario nos abre el panorama completo para ser conscientes qué acciones nos generan culpa de forma real y cuáles otras son propiciadas por creencias incorporadas.

¿Qué papel juega la Bioreprogramación®?

Llevar la culpa a niveles extremos en los que nos autodestruimos y vulneramos todo nuestro ser debido a una acción puntual; puede acarrear fuertes consecuencias, entre ellas  cuadros de depresión

Para no permitir que esto llegue a este punto, y a nivel de Bioreprogramación®, es importante identificar el origen de la culpa, las causas que nos llevaron a sentirnos de esa manera, saber si estamos afectando realmente nuestros valores o si es algo heredado de nuestra familia o de la sociedad, para finalmente ver cómo transformamos esta emoción. 

Para lograr esto tenemos varios caminos. Si estamos ante una situación que realmente nos lleva a sentirnos incómodos, pero no al punto de extremo de la depresión. Lo primero que debemos hacer es identificar qué acción me llevó a sentir culpa.

Una vez logrado esto la focalizamos de forma mental en nuestro cuerpo, por ejemplo, la culpa nos hace sentir pesadez en la espalda como cuando cargamos algo muy pesado. Al identificar esto debemos describir que nos hace sentir a nivel emocional y físico. 

Finalmente lo que haremos es limpiar de manera mental ese dolor o sensación que nos produce la culpa, en el caso de la carga pesada, procedemos a soltarla y a sentirnos livianos con el fin de no seguir con ello sobre nosotros.

Para casos en los que el sentimiento de culpa esté más arraigado y nos genere inconvenientes mayores de tipo emocional, recomiendo el curso de Guión Mental, un espacio que busca reprogramar todas aquellas situaciones que sientes que se repiten siempre,  entre ellas la culpa, y que aún no sabes cómo transformarlas. 

Para concluir

La principal tarea que tenemos al momento de sentirnos culpables es identificar qué la causa realmente, en este punto debemos buscar de forma consciente si es algo real o no, porque será a partir de ese momento donde sabremos qué camino tomar. 

Procuremos incluir en nuestros pensamientos que no somos seres perfectos y que es a través del error donde crecemos y evolucionamos de forma superlativa. De esta manera no nos convertiremos en los principales señaladores de nuestros actos. 

Está muy bien querer cambiar aquello que no nos hace bien y que de repente puede afectar a los demás, pero no es necesario llevar nuestra vida al extremo cargando sentimientos que no nos aportan y nos gobiernan.

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